El sonambulismo infantil y los terrores nocturnos son dos parasomnias con una elevada influencia genética. El sonambulismo a menudo comienza en la infancia y generalmente desaparece en la adolescencia, pero puede continuar hasta la adultez. Los terrores nocturnos también comienzan en la infancia.
Un nuevo estudio ha examinado las conexiones de ambas afecciones en padres y adultos. Para ello, durante 12 años se realizó un seguimiento de 1.940 niños nacidos en Quebec (Canadá) en 1997 y 1998. Los investigadores encontraron que el 56% de los niños (de 1,5 a 13 años) tenían terrores nocturnos, y los niños más jóvenes eran más propensos a padecerlos. Por su parte, el sonambulismo afectó al 29% de niños entre 2,5 y 13 años. El sonambulismo fue más común en los niños más jóvenes.
Las probabilidades de sonambulismo crecieron, dependiendo de si uno o ambos padres tenían historia de sonambulismo. Sólo el 22,5% (IC 95%: 19,2-25,8%) de los niños cuyos padres no fueron sonámbulos desarrollaron este trastorno. El 47,4% (IC 95%: 38,9-55,9%) de quienes tuvieron un progenitor con historia de sonambulismo se convirtieron en sonámbulos, y si ello sucedía en ambos padres, las probabilidades de que su hijo desarrollará sonambulismo eran del 61,5% (IC 95%: 42,8-80,2%).
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