La gestión dirigida de la temperatura corporal tras un paro cardiaco parece dar buenos resultados en términos de calidad de vida y función mental. Para el estudio actual, un equipo de investigadores comparó dos objetivos de temperatura en casi mil adultos que habían sufrido un paro cardiaco y procedían de 36 unidades de cuidados intensivos en Europa o Australia, tratados entre finales de 2010 y principios de 2013.
Los investigadores asignaron aleatoriamente a pacientes para la reducción de su temperatura corporal. A un grupo se le redujo la temperatura corporal a 33 ºC, y a otro, a 36 ºC. Durante un periodo de 36 horas, se mantuvo a los pacientes en su objetivo de temperatura enfriándolos o calentándolos. La función mental y la calidad de vida de los pacientes se midieron seis meses después del paro cardiaco. Se encontró que 245 pacientes en el grupo de menor temperatura estaban vivos, al igual que 246 del grupo de temperatura de 36 ºC. La función mental fue similar entre todos los pacientes. No hubo diferencia entre los grupos en cuanto a una mayor necesidad de ayuda para realizar actividades de la vida diaria. Además, el 66,5% de pacientes del primer grupo y el 62% de pacientes del segundo grupo consideraban haberse recuperado completamente en cuanto a sus funciones mentales
El estudio concluye que reducir la temperatura del cerebro protege las neuronas. En términos generales, el enfriamiento reduce la necesidad de energía de las neuronas que se han lesionado por la reducción de la irrigación sanguínea al cerebro, reduce la inflamación e inhibe la liberación de toxinas que podrían llevar a la muerte celular.
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