La estimulación cerebral profunda, investigada para el tratamiento de la depresión general, puede ayudar también en casos de pacientes con trastorno bipolar. En la estimulación cerebral profunda, los cirujanos insertan cables en el cerebro que permiten que una región concreta reciba continuadamente un pulso electrónico. El nivel de estimulación es controlado por un dispositivo similar a un marcapasos implantado en el pecho.
Un estudio publicado en Archives of General Psychiatry contó con una muestra de diez pacientes con depresión y siete con trastorno bipolar (afección que provoca cambios severos en el estado de ánimo). Todos ellos se sometieron a estimulación cerebral profunda activa durante 24 semanas después de pasar cuatro semanas con o sin estimulación. Se observó que el 18% de los pacientes entraron en remisión a las 24 semanas y el 36% después de un año. A los dos años, de los 12 pacientes que seguían en el estudio, el 58% estaban en remisión. En general, todos los pacientes mejoraron con el tiempo.
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