La pubertad puede relacionarse con un incremento sustancial en el comportamiento agresivo y violento a nivel social. En un estudio publicado recientemente en la revista Pediatrics, además, se ha observado que la probabilidad de que un niño actue con violencia es casi tres veces superior si el niño se encuentra ya en la fase intermedia o final de la adolescencia.
En este trabajo se entrevistó a unos 1.000 estudiantes en los que el comportamiento violento se midió al analizar la respuesta de los estudiantes a dos preguntas: con qué frecuencia durante el año anterior el estudiante habia atacado a una persona con la idea de herirla gravemente, o si había golpeado a alguien tan fuerte que la persona necesitara tratamiento médico. Además, también se les preguntó sobre la frecuencia con la qué durante el año anterior habían perjudicado a otro estudiante al no dejarle entrar a su grupo de amigos o si habían contado mentiras o iniciado rumores sobre otra persona con el objetivo de provocar su rechazo entre sus otros amigos.
Los investigadores observaron al analizar los resultados que tener amigos antisociales y un hogar disfuncional incrementaba las probabilidades de estos problemas, pero que la asociación entre la pubertad y los problemas de conducta se mantenía, incluso, después de ajustar estos factores.
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